Ahora, si despiertas, y también en los libros, en el mismo portal de tu casa detiene el brío de los caballos una mano enguantada de gemas cuyo brillo es agüero de luto. Alguien baja y es ella. Silencioso el cochero, rígido en su capote, tiende la grada breve. La espera se hizo larga. Ya me conoces, entra al frágil hospedaje que me diste: la muerte, la poesía.
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Ahora, si despiertas, y también en los libros,
en el mismo portal de tu casa detiene
el brío de los caballos una mano enguantada
de gemas cuyo brillo es agüero de luto.
Alguien baja y es ella. Silencioso el cochero,
rígido en su capote, tiende la grada breve.
La espera se hizo larga. Ya me conoces, entra
al frágil hospedaje que me diste: la muerte,
la poesía.
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