“No se creía misteriosa y, sin embargo, indudablemente lo era. La querían, la consideraban una buena mujer, esposa amable y hasta tierna, madre perfecta, hija cariñosa y generosa con su tiempo ante sus padres. Y también con todos los que sufrían a causa de un mal o de una pena. Además, era bonita. No bella pero si bonita, no espléndida, pero si atractiva. Su marido se lo había dicho muchas veces, cosa rara, pues, en general, los maridos olvidan decirlo”.

El párrafo pertenece al cuento “La sonrisa”, firmado en 1987 por :

Amalia Fortabat

La conocí poco. Por el gordo, al que ayudó durante años economicamente a mantener "La botica", que antes había sido una ex iglesia, con una estructura muy dificil de conservar. Estaba al frente del Fondo Nacional de las Artes en los 90 y le gestionaba los creditos. El pobre gordo como todo artista, era un nulo para los papeleos y ella le ponía los contadores para tratar de blanquear lo indefendible. Ademas fue su mecenas en los años difíciles donde el había tenido que liquidar sus propiedades para poder terminar ese sueño que lo sacaría del olvido. Ahi era la contracara de la señora empresaria que en los años menemistas aparecía en "Caras" o en "Gente", era una mina vieja, elegante, simpatica que harta de que la filmaran en diferentes lugares de moda, contrataba el show toraba donde actuaban desde la boliviana disfrazada de Evita que cantaba "No llores por mi Argentina", al imitador imbecil de Gardel que hacía el hijo de Rico, aquel de los "Cinco grandes del buen humor", estaba Marzán, un pianista de sonrisa tallada que ademas de acompañar a los cantantes profesionales, se convertía después en una especie de karaoke y al final con el baile de un personaje gordo, que desplegaba primero sus afiches con sus danzas junto a Madonna en "Evita" y juraba haber enseñado a dar los primeros pasos en el tango a Antonio Banderas. Todo eso y números que ya no me acuerdo, algún folclorista decadente, el hijo de Hugo del Carril, tratando de cantar y ralentar las letras como "su viejo", y que siempre me recordaba a aquel cantor que se presentaba hace años por los pueblos y decía ser hijo no reconocido de Gardel y cada tango agardelado que cantaba lo presentaba : " De Papá y Razzano voy a interpretar"... La señora aparecía acompañada de grupos de financistas, industriales, ejecutivos (vaya uno a saber), alemanes, japoneses, brasucas, que quedaban deslumbrados por el lugar, antes habían llegado sus parrilleros, cocineros, mozos y habían desplegado mesas y manjares, vinos y champañes. El final-final era la señora muy mamada cantando con la lengua atravesada y en tonos desastrozos los tangos clásicos, a veces a duo con algún extranjer, ya tan dado vuelta como ella pero tratando de darle a "El dia que me quieras". Siempre me causó una cierta ternura (como dice un amigo que se enternece con cada cosa...), esa mina dura, que se ocultaba para exponerse solo entre conocidos (?) en momentitos de felicidad y evitar que la fotografiaran tropezando, o cantando y babeándose con un microfono en la mano.

Alejandro