03 julio 2009

Pedro Orgambide
"Elegía para una yunta brava"

...."Pero ahora voy a tomar un trago, a aclararme el garguero. Tengo que hablar de la Berta.
¿Qué? ¿Quién fue la Berta? Fue una reina, señores. Una yegua de piel blanca, diosa de los quilombos. Alta, grande, generosa, tenía la melena negra, los ojos verdes, los pies chicos y una risa que hacía temblar de gusto a la clientela. Todos esos desgraciados se morían por la risa de ella, por que les dijera querido alguna de esas noches, por besarle la trompa. Número fuerte de la casa, ambición del pobre que se encerraba con una triste turra, la Berta supo tener tratos con ministros que le bancaban la noche. ¿Para qué hacer nombres, señores? Pero más de un bacán putañero, más de uno que ahora es calle o estatua de plaza, fue a pedir los favores de la Berta.
Todo eso es historia, y ustedes, por cachorros, saben poco de eso. Pero en ese entonces había una punta de rusos caralisas, minos canfinfleros, que laburaban en la trata. Se tomaban el barco e iban a buscar mercadería a Polonia o a Marsella y se traían a las potrancas con el cuento del casorio. Uno de esos cosos se trajo a la Berta cuando tenía quince años.
No estoy bolaceando, compañero. Si no me cree pregúntele al de la tiendita, que las sabe todas. El puede contarle cómo la yuta de los polacos sacaba carpiendo a los judíos de las casas y los cagaba a palos y sablazos. Hasta les tiraban chicos al fuego, mientras incendiaban las iglesias de ellos. ¿Que no? Vayan, pregúntenle a él, que lo dejaron tuerto en el entrevero. ¿O se creen que lleva el ojo de vidrio por joder nomás? Bueno, como les decía, la yuta los corría, y ellos se caían del mapa. Así era fácil pescar a esas pobres desgraciadas que soñaban con venir a América.
Dicen que cuando la Berta estaba en el Hotel de Inmigrantes y vio a los bichitos de luz en el baldío, creyó que era el oro que flotaba en el aire. Pobre gringa. Apenas el cafishio la metió en el mateo, ya la estaba sobando, ya la estaba entregando a la madama. Contenta, la Berta se quitó las pilchas, tomó una sopa de remolacha, se zampó un vestido de seda y esa noche nomás ya estaba en la catrera con un negro. Así es la vida, amigo. Peor es la muerte.
Ella lo supo pronto. Nunca lloró la carta, se aficionó al trabajo, aprendió con los reos esos tangos de antes. Cantaba lindo la Berta. En el patio, rodeada por la clientela, sabía enloquecer de gusto a los compadres"...

De Cuentos con tangos y corridos
Pedro Orgambide
1976.
Premio Casa de las Americas- La Habana- Cuba.

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3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dice...

Buenisimo el fragmento, muy bien elegido, lástima lo que hizo Nacha con los textos del pobre Orgambide, el siempre nos decía como se lo habían "chupado" (sic), ella y Favero en Mejico.
Saludos.
Muy buenas sus obras,
Rosaura

2:40 p. m.  
Anonymous Anónimo dice...

Hola troesma
Me acuerdo de los asados con el Pedro en el quincho de la calle Matheu, allá por los ochenta y pico?(mejor no lo digo). Un gran tipo. Muy lindo el recuerdo. Me hizo cagar de risa la bronca con el del saquito viejo, si yo le digo a la negra "el amor de mi vida sos vos..."me tira con lo tenga a mano. Un desastre. Si, Viva Fogùil!!!!!.
Chau
saludos de la negrada.

6:45 p. m.  
Anonymous Anónimo dice...

Siempre me puse la misión de leer a Orgambide, debo decir que tengo ciertas aprensiones por su cosa peroncha, pero lo haré en algún momento
saludo.
Andrés.

1:56 p. m.  

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