21 diciembre 2010


De mi primera época en la pintura y mi llegada a Buenos Aires recuerdo las muestras en galerías que vendían la obra mas contemporanea como Lirolay, Bonino, la Art Gallery o Carmen Waught de la calle Florida y algunas otras.De las que mas me llamaban la atención las muestras hechas en la Art Gallery, de Mala, por artistas como Testa, Seguí, Dermijian, Silva, etc., que llenaban paredes con cuadritos de 25 x 25, formando una unidad, un gran mural pero que también se vendían para exponer en forma individual. Este parrafo que ahora agrego después de 1 semana es sobres las muestras de esculturas y miniesculturas de Aldo Paparella, de quién en este momento recordé el nombre, a sus obras mayores que eran como de cemento blanco o yeso reforzado las llamaba esculturas-inútiles y eran (algunas) como extraños remates de columnas-planteros con tamas de arbustos agregadas...(24-12-10). Fueron toda una innovación en esos años en que se pasaba de la declaración de la muerte de la pintura a nuevas formas de acercar a una sociedad en la que una clase nueva : Los ejecutivos a los que cantaba Maria Elena Walsh y Jorge Schuseim, ellos eran una clase emergente -desprendimiento de la clásica clase media argentina- formada por los jóvenes, los profesionales exitosos y cierta nueva burguesía industrial apadrinada por Brodner y Gelbard, bastante alejada de los momentos políticos que iban a eclosionar a mediados de la decada de los 70. En literatura distintos escritores seguían un camino preanunciado por el de Rayuela y sus raras combinatorias pero que no perdían como Cortazar el gran estilo dentro del fragmento modular. Algunas eran copias burdas y otras no ajenas a combinatorias mas primarias como las búsquedas mágicas basandose en el I-Ching, lo hacian autores exitosos extranjeros como Italo Calvino en sus “ciudades invisibles” o con elecciones a la manera de un tarot también se volvía al automatismo y otras formas ya abusadas, o los escritos de Perec en sus “Especies de Espacios”, donde nos dice como articular los fragmentos y colocar en relación varios tipos de ellos usando las dos descripciones, la abstracta y la concreta. De estas combinatorias se nutririan también la arquitectura y la urbanística de esos años.
Parece extraño pensar que lo que llamamos ahora arte contemporáneo tiene ya más de 40 años, Félix De Azúa sitúa su nacimiento aproximadamente en los años '60, su momento clásico en los años setenta y su decadencia (o manierismo) a fines de los '80. Iguál aprovecharemos a culpar al menemismo el vacio de los 90. Mientras,en esos setentas los reportajes de la intelectualidad continuaban discutiendo si la pintura había muerto o no, si había sido solo una frase triste de Noé a Primera Plana o si detrás de todo estaba Romero y sus ideas de ese momento de arte aplicado al diseño después del cierre del Instituto o si eran las discusiones de los estudios Heideggerianos sobre el final de la Historia (todavía no se avisoraba en el horizonte a Fukuyama).
Las muestras de esos elementos, murales, dípticos, etc., permitían acercarse a artistas muy jóvenes que venían del pop de los sesenta pero que integraban los espacios baconianos de la “nueva figuración”, con más dibujo, a veces demasiado cercano y deudor de la historieta, con un reinado total del acrílico sobre el óleo y mucho color, color plano el color del pop que era también el del comics.
Ese comprador "moderno" encontraba pintores con gran tendencia a la decoración y al diseño -en el buen sentido- coloridos estallantes que los diferenciaban de las paletas bajas y “tristes” de la obra clásica, a la obra amarronada a veces a fuerza de betún de Judea y que además se le ofrecían con posibilidad de inversión (toda una onda mundial), las revistas de economía -escasas acá todavía- fogoneaban esa idea. "Mercado" o cualquiera de ellas, o los diarios financieros ya tenían sección de plástica y de mercado de arte y aparecian las primeras publicaciones con secciones de remates y de inversiones. Se hablaba de los remates como los lugares para conseguir la "pichincha". Una de las cosas que me extrañaba y que recuerdo ahora al ver las galerías vacías, era al mediodía los empleados de oficinas comiendo un sandwich y recorriendo las muestras mas comentadas, pidiendo valores, financiación y timidamente reclamando algún catálogo - después se cobraron y luego se omitieron por los costos- Pero el futuro inversor que no podía oblar el valor de una gran obra (por el tamaño digo) y que se resistía a las reproducciones compraba en cuotas esos pequeños cuadros de 25 cmtrs de lado donde por lo común el nombre del autor era mas significativo que la imagen y que se firmaban a medida que se vendían (como "obra mural" en exposición llevaban solouna). Muchas de esas piezas no tenían gran valor plástico individual, solo “funcionaban” algún “enganche” de color o linea y las más importantes eran las primeras en venderse desarmaban toda significación de la obra. Todo esto demuestra además que muchas veces en el llamado ”Arte con mayúscula”, intervienen elementos totalmente extraños a la facultad del artista para crear en la soledad del taller obras totalmente desprendidas de las modas, tendencias o inclinaciones de un momento social, Marx nos enseñó alguna vez sobre una historia del arte como educación de los sentidos, viendo el poder de esta historia y advirtiendo sobre su seducción y sobre su mal uso y especulando sobre su forma de poder. Se juntaban también en esos setenta tendencias decorativas-artísticas muy de la moda internacional, como el boom del arte naif o ingenuo que pululaba por todas las revistas de decoración, tanto en las publicidades como hasta en la moda, pero hubo algo que fue una revolución: el poster: cinematográfico, político, de comics o erótico y que acostumbró a sus poseedores (los más jóvenes) a una nueva estética en decoración que también llevaba nuevamente al cuadro.
También existian los marchands privados y los galeristas que vendian lo que se llamaba primera colección con obra menor de grandes pintores clásicos ( sobre todo los del PC, esa primera colección por supuesto y según las posibilidades económicas se armaba con cuadros con firmas como Monaco, Shurjin, Venier, Bruzzone, Berni, Alonso, Castagnino etc Eran por lo común pasteles que todavía siguen aparaeciendo en los remates. La promoción de estos cuadros se reforzaba con reproducciones : serigrafías y grabados que invadian hoteles, comercios y oficinas de todo el país.
En los '80 las revistas de arquitectura y decoración que ya saturaban nuestro país -ya en onda americana-miami-stile- mostraban con los distintos formatos de cuadros y posibilidades, que aunque habían transitado por la toda la historia del arte desde la aparición del cuadro-ventana en el Renacimiento, aparecían ahora repetidamente hasta como marca de ciertos arquitectos o decoradores en sus diseños. Eso hizo llegar a que hoy en día a los pintores nos interese más mostrar la obra en una revista como D&D, que en Arte al Día, la primera una revista de la alta decoración argentina, que muestra que un inversor compró tu obra, la colocó junto a otras exclusivas y hasta pagó a un arquitecto para que le estudiara preponderancia, iluminación, etc. En tanto la otra (especializada) se transformó en una revista de “gremio”, donde pagás tu espacio o lo paga tu galería o representante, para que lo lean tus colegas.
Uno de los pintores más importantes de los '80, del grupo de la Transvanguardia, Francesco Clemente, que junto a Chia y Cucchi, formaron el “grupo de las tres C” (grupo que ”infectó” todos los museos del mundo como dice Robert Hugges) dice que el maximo acto crítico de la modernidad no es el escrito del teórico de arte sobre tu obra sino el gesto del coleccionista que saca la chequera del bolsillo y te la compra... y juro que de eso saben estos chicos que aparecieron a fines de los setenta en esa bienal rosa bombón que a nosotros nos “produjo” pintores como Kuitca, Monzo, Rearte, Prior etc. Capaz que esto fue demasiado para comentar sobre una forma mas que sobre un contenido. Sé por otro lado que me pueden decir que tanto el arte concreto, como otros estilos usaron los módulos, las series, los dípticos, trípticos, etc., pero no en el sentido tan banal-decorativo, (como características de esta época) sino en un sentido más racional o con métodos eurísticos (productos de un resultado de otras formas). A partir de los '80 el concepto de fragmento no sólo se revisa, sino que pasa a acompañar a todas las formas de lo contemporáneo en las distintas teorías: trans-vanguardia, deconstrucción, etc., teorías que aplican la valoración del fragmento potenciando simbólicamente las partes para comunicar la noción de totalidad. La fragmentación es ahora una característica de la modernidad. Algunos autores identifican a la modernidad, como una pluralización, como un “bricollage” dando a entender la posibilidad entre los elementos aislados de la visión del mundo moderno. La unión de estos permitiría la relación entre fragmentos y totalidades con un contenido esencialmente simbólico.
Seguirá.
alejandro

1 Comentarios:

Blogger karla dice...

Para cuando la segunda parte?
un beso
Karla,
(¡feliz año!)

9:47 a. m.  

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