11 octubre 2008


Sigo extrañado con estas cosas viejas que aparecen ahora. Las miro un rato largo para tratar de comprenderme. ¿Creía que el tiempo no se me iba a acabar nunca? ¿Por que esa desesperación a lo engorroso casi mecánico? Me parecía a aquellos chicos que después conocí en el taller de serigrafías que hacía años que lijaban las mismas cajitas de madera mientras recitaban sus oraciones. Nunca logre meditar en el sentido religioso del termino. Solo me recuerdo haciendo mis regletas con multiples cortes por donde pasaba la punta de la lapicera mas fina y producía la trama. Depués venian las paralelas horizontales y se formaba el muaré (¿asi se escribirá?), con todo su efecto optico. Impresionaba. Era como los lijadores que abrian su pensamiento en dos, lijaban y rezaban. O como ese tenor que conocí hace años que para encontrar las notas justas cantaba con su ramito de violetas que cada tanto aspiraba, si ya se que una mariconada, pero era su estimulo, su fetiche, el pañuelo perfumado no era lo mismo.En cierto momento de la repeticion de los actos es como si se produjera un click y ahi la iluminación. Si me puse muy místico, debe ser la falta de la banda ancha tantos dìas...
alejandro