La llamo la época de las serigrafías. Mi pensamiento de pintor me hizo dudar al principio de su calidad y de su "aura", aunque todavía no entendía bien lo de Benjamin, ahora tampoco. Me salvó la capacidad y la técnica de Cristina, la jefa del taller, además una gran artista ella: Cristina Villamor. A mi, que pintaba de oído, ella me pedía una vez elegido el original que lo redujera a l6 ó 20 pasadas y en colores puros planos, nunca lo pude hacer y siempre me "pasé" por quince o diez más, ella salvó siempre lo técnico con su alma de grabadora y dibujante, dispuesta a luchar contra nuestras falencias tanto fueramos Noé, Macció, Gorriarena o artistas del continente que yo no conocía. Cuando realicé las primeras no vivía en Baires y venía de Mar del Plata a revisar y firmar, una vez terminadas y prolijadas se sentaba alguien frente a mi en un escritorio de la galería con un gran manojo de lápices nuevos y un vaso de guisqui para mi y me iban pasando de a una y cantaban el número 200/01, hasta llegar a la 200/200, y después las pruebas de artista y una decena más para archivo y museos. La firmada se hacía en hora y pico, se anotaban y ponían los detalles, medidas, pasadas de color, calidad de papel, título y fecha. De estas series de las naturalezas muertas habré hecho casi 80 trabajos, también hice paisajes y las series de Tango. Son técnicamente trabajos de gran calidad, levantados del original color por color a mano para hacer los diferentes chablones de cada pasada.
Alejandro