TESTIMONIALES
"Tira la buena que vuelve"
(viejo dicho de los "viejos setenta")
Me aburrieron M y A, jeringando con lo de mi mala onda, mi pesimismo al escribir, mi pesimismo hablando, que si soy un amargo pesimista en las sobremesas o un depre pesimista en la vida, etc.
Yo, sigo firme con mi teoría de irme algún día (muy cercano) al sur a una cabaña en solitario. Ayer en la sobremesa veíamos por TV a Francis Malman por el canal "Gourmet" (tan solo, tan cursi el pobre), con tanta producción para esa cocina de resultado minimalista que “enseña”, pero que hecha por este cocinero, un verdadero tipo de linaje que descubre a la vejez la papa (aunque sea la papa andina, chiquita, verde y con gusto a tierra), este parvenu que se asombra con la “entraña”, corte que en su puta vida se hubiera osado comprar al carnicero que lo proveía en el barrio norte, el mismo “carniza” que le guardaba el lomo desgrasado junto al bofe o al hígado para los gatos. El maestro primero la mira en su esplendor cárnico, y después la enhebra en un palito que cuelga entre dos horquetas. Y cuando está hecha se la come entre fetas de las tortas fritas que hizo en una olla de hierro tiznada - sucia - mugrienta, freídas en grasa de pesha de chancho y las corta con ayuda de un cuchillito carroñero para alivianar el esfuerzo de los dientes desgastados por tanto manjar de cocina Bocuse durante su vida anterior. Después de esa cuidada comida donde cocina y fríe todo tipo de nimiedades propias de un changarín del mercado del abasto, con palitos y ollitas sucias acompañado por dos vasitos de vino de una botella que está cubierta por una funda tejida a mano por alguna tía vieja, que no se sabe si usa por recuerdo o porque no logró una bodega que lo esponsoree -que por la calidad de lo cocinado debería ser algún tetra-. Pero lo mejor, el punto máximo del programa es que una vez que termina de cocinar y comer a la intemperie, dopo un fundido aparece bañadito, con los “piolines” que le quedan al viento como propaganda de Sedal, y vestido cajetillamente para hacer juego con la magnífica cabaña patagónica, planos con una impresionante chimenea con leños ardiendo y muy buena música de fondo -brasilera (¿?) bossa nova- escribiendo con su Mont-Blanck y recitando en voz alta y engolada sobre lo que hizo durante el programa como si fuera un poema sin rima. Y lo envidio… Sanamente bah, o no. Estar en esa especie de isla, donde no hay nada, ni vecinos para pedirles un ají o una taza de azúcar, pero donde él puede cocinar con endivias, con alcaparras, con etchalots o champignones de París, o usar una miel de arrope de la otra punta del país sobre la torta frita o un chorrito del balsámico que compro la última vez que fue a Roma y se corriò hasta Modena porque es de rigor hacerlo (si viajas a Italia trae acetto, varón), y con el que rociará la papa que hizo a las brasas de los palitos y que limpió con un borde de la matra que usa sobre el tronco donde se sienta y que abrió con el cuchillito.
Claro, acá hacer esas dos boludeces es fácil, te vas al Carrefour o al Barrio chino y conseguís de todo, pero andá y hacelo en el medio de la patagonia con 30 grados bajo cero, kilómetros a la redonda de nieve y ni un puto almacén de campo con paredes de chapa y un corderito colgado oreándose al sereno (sereno?). Fácil es hacer allá un guiso de capón, cualquiera lo hace o comer un pedazo de chorizo grasoso-rancio con pan viejo reseco, con una copita de ginebra, pero lo otro, lo de él, eso es una gozada como dicen los gallegos. Y ahi me vuelve la buena onda, (la que tira poéticamente el programa) porque aprendo gracias a Francis que un grande sos en esos parajes sin “nada”, lo difícil es no serlo en el paddock de San Isidro. Y para finalizar y dejar tranquilo a Fr. en su “cueva”, entiendo que un gourmand como él amante de la cocina y la buena vida habrá leido a Plutarco y sus disquisiciones sobre la mesa, la de Luculo cuando se retira a su mansión en el monte Pincio. Allí celebra cenas magníficas, en alguno de sus doce comedores, cenas de gran exquisitez y refinamiento. Los ingleses usan la palabra “luxury”, que no tiene nada que ver con nuestra lujuria, sino que deriva de “luculliam” o “lucuniano”, ¿Algún dia usaremos una palabra que derive de Malman, para manifestar admiración por este despojamiento-minimal-linyeril?.
Y siguiendo en esta tribuna que desde ahora será solo de buena onda y mejores intenciones, también me llenó de alegría este fin de semana el ver la concordancia en la elección de las notas de los dos suplementos culturales, una de dos, o pasan acá pocas cosas o ambos tienen una óptica similar para elegir temas. Carlo Ginzburg, Perec, el grupo Oulipo, etc., mucho relleno por el lado de la Nación y no se entiende si mejoró Ñ o el ADN es muy mediocre, -pero no quería hablar mal de nada, ni de nadie, aunque ellos (los de la Nación) hablen mal de Quintín por no entender el último libro de Chitarroni y se monten de las diatribas del blog de Genovesse, el editor y hasta escriban mal el nombre de nuestro gurú psico Tomás Abraham. Y asi en armonía contemplo la vida que es bella, la ciudad que está muy tranquila, sin gente, por el fin de semana largo y el frío es estimulante, cada tanto una llovizna que no llega a malquistarnos con la vida y que junto con alguna helada mañanera pondrán mas pintones los cítricos de San Pedro -ya sé que vos comprás el jugo de naranja en caja pero igual es exprimido de los frutos de la planta, mas conservantes pero eso...)
El tiempo sigue feo, por eso la puta del barrio hace rondas mas cortas, dice que hace rebajas porque con la falta de clientes, la competencia con el traba de la zona, el alquiler del telo que aumentó los precios del spray abundante que debe usar por el viento que la despeina, etc., todo se pone mas competitivo, y que ahora entiende las especulaciones de los 90 sobre libremercadismo, pero que la cosa está difícil y que veremos que pasa con Macri y la nueva moral pro. Lo hablamos en la cola del chino del barrio, pero justo llega el traba, y se miran con odio, el híbrido, con cara de sueño y recién afeitado, igual más positivo que la trota, se nota que sí le pone huevos a la vida y cree que si la cosa sigue bien y no lo molestan como a los del rosedal, a fin del verano se podrá hacer la depilación definitiva, para que no se le noten los canutos de la cara. Trato de presentarlos y de que se lleven bien, después de todo están en el mismo barco. El ponja de la caja los mira extrañado y perturbado, pero si jode mucho, le tiro por debajo de la cortina un video de M. Butterfly, y ya va a ver como hasta J. Irons se calienta con la china-chino, o un libro de Mishima, para que vea lo que son los trolos amarillos aunque lo disfracen con literatura o música.
Pero todo bien, tranquilidad, menos los del piso de arriba, americanos, con los horarios cambiados, y con el acondicionador que jode. Uno ya se acostumbró después de l5 años al zapateo de los gallegos del tugurio de ajoba que suben como un martilleo, y hasta los días de descanso los extraña, pero la vibra de este aparato... y eso que lo escucho en esta mi época de buena onda. Bueno, voy a cortar aquí porque también me dicen que mis posts son muy largos, que cuando llegan al final (y por mi dispersión), no se acuerdan que escribí por el medio y mucho menos al principio. Pero trataré de ponerme en cajas, escribir menos, mas conciso, mas coherente y sobre todo con mas alegría y mas cariño por esta vida que me ha dado tanto. Eso sí, un poco menos que a Luculo.
Alejandro
"Tira la buena que vuelve"
(viejo dicho de los "viejos setenta")
Me aburrieron M y A, jeringando con lo de mi mala onda, mi pesimismo al escribir, mi pesimismo hablando, que si soy un amargo pesimista en las sobremesas o un depre pesimista en la vida, etc.
Yo, sigo firme con mi teoría de irme algún día (muy cercano) al sur a una cabaña en solitario. Ayer en la sobremesa veíamos por TV a Francis Malman por el canal "Gourmet" (tan solo, tan cursi el pobre), con tanta producción para esa cocina de resultado minimalista que “enseña”, pero que hecha por este cocinero, un verdadero tipo de linaje que descubre a la vejez la papa (aunque sea la papa andina, chiquita, verde y con gusto a tierra), este parvenu que se asombra con la “entraña”, corte que en su puta vida se hubiera osado comprar al carnicero que lo proveía en el barrio norte, el mismo “carniza” que le guardaba el lomo desgrasado junto al bofe o al hígado para los gatos. El maestro primero la mira en su esplendor cárnico, y después la enhebra en un palito que cuelga entre dos horquetas. Y cuando está hecha se la come entre fetas de las tortas fritas que hizo en una olla de hierro tiznada - sucia - mugrienta, freídas en grasa de pesha de chancho y las corta con ayuda de un cuchillito carroñero para alivianar el esfuerzo de los dientes desgastados por tanto manjar de cocina Bocuse durante su vida anterior. Después de esa cuidada comida donde cocina y fríe todo tipo de nimiedades propias de un changarín del mercado del abasto, con palitos y ollitas sucias acompañado por dos vasitos de vino de una botella que está cubierta por una funda tejida a mano por alguna tía vieja, que no se sabe si usa por recuerdo o porque no logró una bodega que lo esponsoree -que por la calidad de lo cocinado debería ser algún tetra-. Pero lo mejor, el punto máximo del programa es que una vez que termina de cocinar y comer a la intemperie, dopo un fundido aparece bañadito, con los “piolines” que le quedan al viento como propaganda de Sedal, y vestido cajetillamente para hacer juego con la magnífica cabaña patagónica, planos con una impresionante chimenea con leños ardiendo y muy buena música de fondo -brasilera (¿?) bossa nova- escribiendo con su Mont-Blanck y recitando en voz alta y engolada sobre lo que hizo durante el programa como si fuera un poema sin rima. Y lo envidio… Sanamente bah, o no. Estar en esa especie de isla, donde no hay nada, ni vecinos para pedirles un ají o una taza de azúcar, pero donde él puede cocinar con endivias, con alcaparras, con etchalots o champignones de París, o usar una miel de arrope de la otra punta del país sobre la torta frita o un chorrito del balsámico que compro la última vez que fue a Roma y se corriò hasta Modena porque es de rigor hacerlo (si viajas a Italia trae acetto, varón), y con el que rociará la papa que hizo a las brasas de los palitos y que limpió con un borde de la matra que usa sobre el tronco donde se sienta y que abrió con el cuchillito.
Claro, acá hacer esas dos boludeces es fácil, te vas al Carrefour o al Barrio chino y conseguís de todo, pero andá y hacelo en el medio de la patagonia con 30 grados bajo cero, kilómetros a la redonda de nieve y ni un puto almacén de campo con paredes de chapa y un corderito colgado oreándose al sereno (sereno?). Fácil es hacer allá un guiso de capón, cualquiera lo hace o comer un pedazo de chorizo grasoso-rancio con pan viejo reseco, con una copita de ginebra, pero lo otro, lo de él, eso es una gozada como dicen los gallegos. Y ahi me vuelve la buena onda, (la que tira poéticamente el programa) porque aprendo gracias a Francis que un grande sos en esos parajes sin “nada”, lo difícil es no serlo en el paddock de San Isidro. Y para finalizar y dejar tranquilo a Fr. en su “cueva”, entiendo que un gourmand como él amante de la cocina y la buena vida habrá leido a Plutarco y sus disquisiciones sobre la mesa, la de Luculo cuando se retira a su mansión en el monte Pincio. Allí celebra cenas magníficas, en alguno de sus doce comedores, cenas de gran exquisitez y refinamiento. Los ingleses usan la palabra “luxury”, que no tiene nada que ver con nuestra lujuria, sino que deriva de “luculliam” o “lucuniano”, ¿Algún dia usaremos una palabra que derive de Malman, para manifestar admiración por este despojamiento-minimal-linyeril?.
Y siguiendo en esta tribuna que desde ahora será solo de buena onda y mejores intenciones, también me llenó de alegría este fin de semana el ver la concordancia en la elección de las notas de los dos suplementos culturales, una de dos, o pasan acá pocas cosas o ambos tienen una óptica similar para elegir temas. Carlo Ginzburg, Perec, el grupo Oulipo, etc., mucho relleno por el lado de la Nación y no se entiende si mejoró Ñ o el ADN es muy mediocre, -pero no quería hablar mal de nada, ni de nadie, aunque ellos (los de la Nación) hablen mal de Quintín por no entender el último libro de Chitarroni y se monten de las diatribas del blog de Genovesse, el editor y hasta escriban mal el nombre de nuestro gurú psico Tomás Abraham. Y asi en armonía contemplo la vida que es bella, la ciudad que está muy tranquila, sin gente, por el fin de semana largo y el frío es estimulante, cada tanto una llovizna que no llega a malquistarnos con la vida y que junto con alguna helada mañanera pondrán mas pintones los cítricos de San Pedro -ya sé que vos comprás el jugo de naranja en caja pero igual es exprimido de los frutos de la planta, mas conservantes pero eso...)
El tiempo sigue feo, por eso la puta del barrio hace rondas mas cortas, dice que hace rebajas porque con la falta de clientes, la competencia con el traba de la zona, el alquiler del telo que aumentó los precios del spray abundante que debe usar por el viento que la despeina, etc., todo se pone mas competitivo, y que ahora entiende las especulaciones de los 90 sobre libremercadismo, pero que la cosa está difícil y que veremos que pasa con Macri y la nueva moral pro. Lo hablamos en la cola del chino del barrio, pero justo llega el traba, y se miran con odio, el híbrido, con cara de sueño y recién afeitado, igual más positivo que la trota, se nota que sí le pone huevos a la vida y cree que si la cosa sigue bien y no lo molestan como a los del rosedal, a fin del verano se podrá hacer la depilación definitiva, para que no se le noten los canutos de la cara. Trato de presentarlos y de que se lleven bien, después de todo están en el mismo barco. El ponja de la caja los mira extrañado y perturbado, pero si jode mucho, le tiro por debajo de la cortina un video de M. Butterfly, y ya va a ver como hasta J. Irons se calienta con la china-chino, o un libro de Mishima, para que vea lo que son los trolos amarillos aunque lo disfracen con literatura o música.
Pero todo bien, tranquilidad, menos los del piso de arriba, americanos, con los horarios cambiados, y con el acondicionador que jode. Uno ya se acostumbró después de l5 años al zapateo de los gallegos del tugurio de ajoba que suben como un martilleo, y hasta los días de descanso los extraña, pero la vibra de este aparato... y eso que lo escucho en esta mi época de buena onda. Bueno, voy a cortar aquí porque también me dicen que mis posts son muy largos, que cuando llegan al final (y por mi dispersión), no se acuerdan que escribí por el medio y mucho menos al principio. Pero trataré de ponerme en cajas, escribir menos, mas conciso, mas coherente y sobre todo con mas alegría y mas cariño por esta vida que me ha dado tanto. Eso sí, un poco menos que a Luculo.
Alejandro
7 Comentarios:
¿Volvio la alegria?,¿Un poco forzada?...n.b.
Yo estoy picando papelitos para cuando llegue el momento del carnaval carioca
Mientras tanto me entretengo con sus diatribas mallmanianas...cómo piró ese mushasho! de chongo perfumado de señoras bian a darle a una oveja de vez en cuando, un grosso
besos maestro, no pierda la letra
Essso!, bien volviendo por los fueros y la alegría.Ya lo veremos a Vd, haciendose una paella o uno de sus guisotes por gourmet-expontanee. Saludos Raul.
No sera alegría-química profe?
Un beso. Josefina.
ninio,
no, no es forzada solo es una parte de mi "amplia" personalidad (como dicen las viejas "la procesion va por dentro).
Palm.
hay que reservar el pelpa hasta febrero como marca el calendario.En cuanto al francis, le pondría mas una ficha al asistente que a las rumiantes.
raúl,
mis guisotes no son para Tv, pero han sido comentados, casi tanto como sus asados.
josefina.
salvo alguna pastillita, que ya no no me venden sin recetas, por que las califican como psicotropicas con la quimica nada, eso si vinos organicos nunca.
saludos alejandro
psicotropicos?, en que anda? karla.
malman, terrible trolazo. cacerola negra, y ablandada por tanto jugo de pepinos.
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