10 enero 2011


Me volteó lo de María Elena.
Nos veíamos en una época todos los sábados al mediodía en el Garden de Florida, ya nos conocíamos.Primero fué de Praxis, dos o tres fines de semana por mes aparecía en la galería y compraba alguna serigrafía de Soldí para regalar. Las compraba por catálogo. Llegaba con su compañera Sara, ayudándose con el bastón, pedía el folleto, una muestra del marco, y pagaba. Nunca vió la serigrafia en si, ni tampoco los vió terminados, la galería los entregaba.No se tampoco si le gustaba Soldi, un día le pregunté y me contestó con esa mirada terrible que tenía (me asustan los ojos tan azules), "es un pintor muy fino", y "elijo sus motivos mas musicales".Todos mis amigos pintores de Buenos Aires,los de mi mesa, (a la que yo llamaba la Topsy de baires), la conocían, la saludaban, hablaban. Yo no, me daba aprensión hacerlo. Un día mi marquero del barrio me llamó por teléfono y me pidió permiso para pasar con una clienta que había visto mis serigrafías de tango en su local. Apareció con Maria Elena y Sara. Miro todos los trabajos de tango y eligió seis, se reía, y comentaba "Te conozco desde hace años y nunca supe lo que hacias..." Una vez elegidos me dijo : "Son chiquitas,son como para departamento, las necesito grandes...¿podés?", le contesté que sí, cerramos el trato y me los compró para SADAIC. Era el año 97. A partir de ahi cada vez que llegaba al café la saludaba al pasar, timidamente. Al rato me mandaba a buscar con mi hija o con los mozos y me decía "¿Estás agrandado que no venís a saludar ?, Sentate, y contá lo que estás haciendo. ¿Que estás leyendo?". Era como dar examen ante esos ojos azules, terribles, después nos dábamos un beso y volvía a la mesa a seguir chupando mi guisqui y olvidarme del mundo...