30 septiembre 2006


CENTEYA

Una cheno

Me la paso faseando
Enchabonao por tus ojos brujos.
No puedo ni pensar.
¡Qué querés que haga!
Una cheno cualunque
me engrillo bien polenta,
me enruido la sabiola,
pianto de esta podrida
y al carajo con todo.

Lo popular. Julián Centeya
El 26 de julio de 1974, día en que se cumplían 32 años de la muerte de Eva Perón, se nos fue para el barrio de donde no se vuelve "el hombre gris de Buenos Aires", Amleto Vergiatti mas conocido como Julíán Centeya.
Había nacido en Italia, allá por 1910, en el pueblo de Borgotaro, en la provincia de Parma la última ciudad -recordaba él- que se rindió al fascismo...
Se hace hombre y poeta en el Boedo de fines de la década del 20. Un Boedo que enarbolaba una literatura molesta para los escritores bien comidos, para la gente sensata de las cátedras de literatura, los editoriales y los diarios serios. A Julián, como a tantos otros, le salió al cruce la estructura cultural montada por la clase dominante.
Centro Cultural Enrique Santos Discepolo.

Desde la cultura
Como todo gremio o grupo técnico que se precie, el de los ladrones también necesitaba -a fines del siglo XIX y principios del XX- un lenguaje críptico que además de identificarlos entre sí les permitiera despistar a la policía o los incautos a quienes pretendían despojar, y también una jerga para poder comunicarse en la prisión sin ser comprendidos por los guardias. De este modo nacieron términos y giros especializados que dieron origen a lo que dió en llamarse "idioma canero", o sea el habla de los presos, la clave verbal de los "lunfardos", denominación usual de los ladrones para hablar de ellos mismos...
"El tango", Horacio Salas, El lunfardo: un chamuyo misterioso, Planeta, 1997.

27 septiembre 2006


SIGAMOS CON MURENA

De "El escandalo y el fuego" (1959)

XVII


Hace muy poco
descubrí América,
me enamoré después,
de una dorada boba
cuya duplicidad
me impulsó
a cubrirla de canto.
Sé que mañana
se me revelará
la belleza del cielo,
de las flores,
e iré por las calles
persuadiendo de ello
a quienes no lo ignoran.
Todo es, sin embargo,
absoluto y por el estupor
recomienza el mundo
en cada instante.
Dios está allí
donde uno lo encuentra.


..."No hay como en Heidegger una etimología asociativa sino que desplaza lo sagrado mismo en el orden de la metáfora y en vez de proponer una vuelta al origen puro -el de una lengua fundamental- plantea como ineludible el malentendido y el error de escribir que alcanza su punto mas extremo en la translengua de "Folisofía", su última novela, arqueología de risa que no es ajena a la poesía: si Dios no es justo, ¿cómo podría serlo el lenguaje de los hombres, con ese no dicho llamado "mujer" entre sus sílabas? No rechaza a la historia, sino a ésta como "iglesia", en tanto se suele atribuir a la historia, algo perdido en la religión"...
Luis Thonis, "El error de escribir", 1996.


...Habiendo establecido a sus precursores intelectuales, Murena se propuso revaluar la literatura argentina. Su primera declaración importante en la revista apareció en un artículo, "Condenación de una poesía", (Número 164-65, junio-julio de 1948). Empezó por aclarar el término "literatura nacional", saliendo con la definición bastante imprecisa, de que "lo que en verdad la caracteriza, es el sentimiento nacional". Este "sentimiento" nacional no era lo mismo que la crítica nacionalista, que a menudo es superficial y está fuera de lugar. En el ensayo los martinfierristas, son descriptos como uno de esos grupos nacionalistas que en realidad traicionaron a la nación con su "nacionalismo europeista"...
John King, "Sur. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura 1931-1970".


Por qué Murena:
Creo que en ese momento, casi una bisagra histórico-política, que se da entre mediados de los 4o y principios de los años 5o, es uno de los personajes claves menos leídos y estudiados de nuestras letras. Es difícil entender su proceso, quizás tenga que ver con no encontrar su propio lugar dentro de un grupo de elite como era "Sur".

Por edad no pertenecía al grupo consagrado: Borges, Bioy, Ocampo, Bianco, Mallea, etc. Tampoco apuntaba a ser la renovación. Es así que a partir de sus primeras publicaciones a fines del año 48, se lo empieza a ver influenciado por Martínez Estrada; como un parricida dentro del grupo-publicación, se lo trata de "joven turco", el apoyo de Victoria y de Bioy le permite acercar a jóvenes intelectuales de líneas opuestas al editor y a él mismo, como es el caso de Sebrelli, joven, deslumbrante, uno de los introductores del sartrismo junto con Correa y Masotta. También sus acercamientos a Viñas, distanciamiento con "Sur", y creación de nuevos proyectos literarios ("Contorno","Centro"), que enseguida abandona para luego, desencantado de la política acercarse a los orientalismos, sobre todo al budismo zen.
Alejandro

22 septiembre 2006


MAS MURENA

De "El Escandalo y el Fuego", l959.

XIX

Histrión de mí mismo,
ejecuto con toda aplicación
los papeles ordenados.
El tenebroso y el dulce,
el amigo, el desesperado,
Hamlet que duda
y al final asesta
una estocada.
Así asesiné a mis padres,
amé a quienes no amaba,
padecí por el que me causaba
tedio
y goce de dichas
que sin duda eran para otro.
Fuera de todos los escenarios
de la vida
¿cuándo encontrará mi alma
su monte Calvario,
su cruz destinada
en la que por los clavos,
por la befa,
por el lanzazo,
su verdadero papel
quede consumado?


..."Los poetas son transformados en sacerdotes y en guardianes de pureza del Ser que sustituye al Dios bíblico. Les atribuye una misión: la de dar voz al país natal de una lengua originaria, Die Sprache des Wesens, la lengua pura del Ser, que su filosofía se propone restaurar."...
Luis Thonis, "El error de escribir (Acerca de la poesía de Héctor A. Murena)", revista Nombres Nº 7, Córdoba, abril 1996.

17 septiembre 2006

13 septiembre 2006

EL ESCANDALO Y EL FUEGO

Héctor Murena (1959)

XI

La ciudad
del bien
y
del mal
se aleja.
Como enfermedad,
como
marea,
como fiebre,
el amor avanza
con el rostro
cubierto.
Yo
me desnudo
para recibir
al monarca
desconocido.

Murena, Héctor A. (Argentina) Buenos Aires, 1923-1975.


Muy joven, ganó prestigio como ensayista sociofilosófico, en la línea de Martínez Estrada; posteriormente aplicó su pensamiento pesimista y apodíctico a temas metafísicos y religiosos: El pecado original de America (1954), Homo Atomicus (1961), Ensayos sobre subversión (1962), El Hombre secreto (1969), La metáfora y lo sagrado (1973). Fue también poeta: La vida nueva (1951), El círculo de los paraísos (1958), El escandalo y el fuego (1959), Relámpago de la duración (1962), El demonio de la armonía (1964), El águila que desaparece (1975), como dramaturgo: El juez (1953), cuentista: El centro del infierno (1956), El coronel de caballería y otros cuentos (1971), y novelista. Su primer ciclo de novelas, La fatalidad de los cuerpos (1955), Las leyes de la noche (1958), y Los herederos de la promesa (1965), discursivamente psicologistas, pone en práctica el mismo procedimiento que El cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell: La narración de un mismo acontecer con un punto de vista distinto en cada volumen, lo que destaca la radical incomunicación humana que Murena intenta demostrar. En un segundo ciclo, la atmósfera se vuelve rabelesiana, con discutible éxito: Epitalámica (1969), Polipuercón (1970), Caína muerte (1972) y Folisofía (1976).

pág. 384, Diccionario de Autores Latinoamericanos, César Aira. EMECE, Ada Korn Editora.

10 septiembre 2006









POESIA ARGENTINA
DE VANGUARDIA
(1920 - 1930)

Nicolás Olivari,
La Musa de la Mala Pata,
Buenos Aires, 1926.


"La aventura de la pantalla"

¡Claro! ahora no vale la pena recordar...
ahora tengo un alma aviesa de malandrín,
-medio comerciante, medio grumete-
pero, a veces conviene tocar el violín
del verbo amar
en pasado ya, grácil midinette.

Estoy en la ventana del recuerdo
-viejo lobo de mar-
¿Qué añejo amargor enverdece el espejo
en la desolada taberna del arrabal?
Eran crepúsculos abiertos como heridas
que enconaba mi nostalgia de ver el mar,
-yo fumaba un tabaco exótico de capitán-
y corría aventuras contigo por querida
en las huecas tabernas que a veces desfilaban
en la solitaria sábana del cinema del arrabal...
-La taberna, el mar y quizás tu carne eran de utilería-

¿Y la melancolía?
Esa vieja enana
beguina provinciana
con la poesía pasadista por capuchón?

¿Y la embriaguez acre que agarré junto al depósito?
¡Cómo me emborrachaba el olor a pescado!
Y te llevaba a propósito,
por los muelles... por los muelles...

Mi corazón
-vieja barcaza que hace agua-
rolaba por el borde de tu enagua,
que, a veces, era blanca como la espuma del mar.

¿Quién como yo gozó en poesía de la sinecura
de fumar en la pipa de la real aventura?
y en su humo países, países en toda la oscura
sentina musgosa del cinema del arrabal...

Después vino la lógica del pan
nuestro de cada día;
vos te fuiste al hospital,
yo me iré algún día,
y, mientras tanto
¿para qué el llanto
si me calafateo con la brea de la melancolía?

¡Ahora amo a las mujeres de ojos grises
como el acero que domina a la ciudad!

¡La ciudad! ¡La ciudad! ¡La ciudad!
La ciudad tiene en su calle a todos los países
de mi sensualidad.

06 septiembre 2006

Fin primera parte poesía peronista, tema "Eva",
pronto segunda parte, (se aceptan sugerencias).
Un consejo: No la lloren: CREZCAN...
Gracias por orden de aparición:
Carlos Godoy
Alejandro Rubio
Luis Tedesco
Paniagua
Néstor Perlongher
Arturo Carrera

05 septiembre 2006










?

EL NIÑO PERONISTA

Arturo Carrera, Potlatch, 2004

EL ESCRIBA RELEE
Pringles, julio, 1954

perro
pe rro
rr o rro
rr o rro
carreta ahorro arruga
parral arriba parrilla

La carreta va totalmente cargada

¡Ahorra!
La Caja Nacional
de Ahorro Postal espera tu depósito.
¡Hazlo ahora que puedes! Te lo devolverá cuando más lo
necesites.



EL ESCRIBA ESCRIBíA
Pringles, febrero, 1954

muñeca
mu ñe ca
ñe ñe
Ñ ñ Ñ ñ

chuño moñito pañal
pañuelo araña ñandú


SUEÑO FELIZ
Lidia Tuñón soñó que Evita le mandaba una muñeca.
Le contó a ella su sueño en una carta y a fin de año tuvo la
muñeca soñada.
Desde entonces Lidia es muy feliz.

EL ESCRIBA REESCRIBE
Pringles, invierno, 1954

UNA OBRA DE AMOR

Dora besa con ternura a su muñeca.
Norberto construye la casa y Fernán acaricia el rifle que
siempre quisieron tener.
Mientras los mayores se lucen en las canchas de fútbol, los
más pequeños viven un sueño en la Ciudad Infantil.
Trenes llenos de niños felices que ríen y cantan recorren el
país.
Es el milagro de la Fundación Eva Perón.
En la Nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños.


EL ESCRIBA REPITE
Pringles, mayo, 1954

CANCION DE CUNA

La ovejita mé,
la ranita cuá.
Duérmete mi nene
que es muy tarde ya.

El gallito quí,
las gallinas có.
Ya se duerme el nene
ahorró, arrorró.

La vaquita mú,
el canario pí.
En mis brazos, nene,
duerme, duerme así.

“Mejor que prometer es realizar.”
Perón

02 septiembre 2006

QUE...?










EL CADAVER

Néstor Perlongher,
"De Austria - Hungría",
Ediciones Tierra Baldía, 1980.

¿Por qué no entré por el pasillo?

Qué tenía que hacer en esa noche
a las 20.25, hora en que ella entró,
por Casanova
donde rueda el rodete?
Por qué a él?
entre casillas de ojos viscosos,
de piel fina
y esas manchitas en la cara
que aparecieron cuando ella, eh
por un alfiler que dejó su peluquera,
empezó a pudrirse, eh por una hebilla de su pelo
en la memoria de su pueblo
                                                Y si ella
se empezara a desvanecer, digamos
a deshacerse
qué diré del pasillo, entonces?
Por qué no?
entre cervatillos de ojos pringosos,
y anhelantes
agazapados en las chapas, torvos
dulces en su melosidad de peronistas
si ese tubo?
Y qué de su cureña y dos millones
de personas detrás
con paso lento
cuando las 20.25 se paraban las radios
yo negándome a entrar
por el pasillo
reticente acaso?
como digna?
Por él,
por sus agitados ademanes
de miseria
entre su cuerpo y el cuerpo yacente
de Eva, hurtado luego,
depositado en Punta del Este
o en Italia o en el seno del río
Y la historia de los veinticinco cajones

Vamos, no juegues con ella, con su muerte
déjame pasar, anda, no ves que ya está muerta!

Y qué había en el fondo de esos pasillos
sino su olor a orquídeas descompuestas,
a mortajas,
arañazos del embalsamador en los tejidos

Y si no nos tomáramos tan a pecho su muerte, digo?
si no nos riéramos entre las colas
de los pasillos y las bolas
las olas donde nosotras
no quisimos entrar
en esa noche de veinte horas
en la inmortalidad
donde ella entraba
por ese pasillo con olor a flores viejas
y perfumes chillones
esa deseada sordidez
nosotras
siguiéndola detrás de la cureña?
entre la multitud
que emergía desde las bocas de los pasillos
dando voces de pánico

Y yo le pregunté si eso era una manifestación o un entierro
Un entierro, me dijo
entonces vendría solo
ya que yo no quería entrar por el pasillo
para ver a sus patas en la mesa de luz,
despabilando
Acaso pensé en la manicura que le aplicó el esmalte Revlon?
O en las miradas de las muchachas comunistas,
húmedas sí, pero ya hartas
de tanta pérdida de tiempo:
ellas hubieran entrado por el pasillo de inmediato
y no se hubieran quedado vagando por las adyacencias
temiendo la mirada de un dios ciego
Una actriz –así dicen–
que se fue de Los Toldos con un cantor de tangos
conoce en un temblor al General, y lo seduce
ella con sus maneras de princesa ordinaria
por un largo pasillo
muerta ya
                                                Y yo
por temor a un olvido
intrascendente, a un hurto
debo negarme a seguir su cureña por las plazas?
a empalagarme con la transparencia de su cuerpo?
a entrar, vamos por ese pasillo donde muere
en su féretro?

Si él no me hubiera dicho entonces que está solo,
que un amigo mayor le plancha las camisas
y que precisaría, vamos, una ayuda
allá, en Isidro
donde los terrenos son más baratos que la vida

lotes precarios, si, anegadizos
cerca de San Vicente (ella
no toleraba viajar a San Vicente
quiso escapar de la comitiva más de una vez
y Pocho la retuvo tomándola del brazo)

Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)

Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
en ese entierro