27 agosto 2007


TESTIMONIALES
¿HASTA CUANDO LA BUENA ONDA?
(LLEGARÍA A GARPAR POR UNA BUENA HORA DE PESIMISMO)

Hay días especiales, desde el momento cero, en el baño el agua caliente en su justo punto sin tocar ninguna manija, después los diarios ya doblados esperándome, yo con la plata y las monedas justas para no tener que escuchar del diariero mas que las gracias por el cambio y que no te converse de la humedad o de las noticias que no leiste, huís del quiosco, repitiendo tu mantra: Que no me hable...que no me hable... Y sobre todo llegar al feca, encontrar tu mesa vacía y limpia, después, que el café doble cargado esté perfecto, (casi para enmarcarlo y mostrárselo al mozo –el tucumano dolobu- que te mira con sonrisa de descerebrado cada vez que se lo devolvés por falta de café o por la taza sucia o por cualquier otra cosa), que las dos medialunas están en su justo punto, ni grasosas ni crocantes-costra, que tengan el agua mineral de la marca con la cantidad de sodio esperado, y todo así, que haya poca gente, que no se oiga (a todo volumen) música bailantera, que no esté puesto el canal de Crónica TV sin sonido en ese raro sincretismo de teve muda y ritmo chingui-chingui mientras muestran a los muertos del accidente diario. Y al final cuando llega el café chico, (el restretto) que me dejara casi por una hora el regusto del café fuerte pero no quemado, en ese momento que debe coordinarse para que sea perfecto con la apertura del diario hispánico, encuentro algo que provoca mi primer estímulo del fin de semana. Una página dedicada a mi odiada Teresa, si la “madre”, de quien no me siento hijo putativo como tampoco de Hebe.
La nota se llama ¿Creía en Dios Teresa de Calcuta? y es un relato de su correspondencia próxima a publicarse, donde en sus últimos años (50!) duda constantemente de Dios y de su fe. Una sola frase que casi me llevó al orgasmo "La sonrisa es una máscara, una tapadera que cubre todo. Hablo como si mi corazón estuviera enamorado de Dios; si estuvieses ahí, dirías: “que hipocresía”, confiesa a un consejero.” Después de acabar (de leer) casi pido un cigarrillo, pero no fumo. Mi odio por la vieja turra, lavadora de los narcos y sobre todo mentirosa, se va transformando en una lástima penosa en esa misionera de la caridad, devenida en una Santo Tomás del subdesarrollo. ¿Ahora que es beata, con este material será santa ¿me pedirán disculpas ahora M. y A. por mis maldades y mi pesimismo? ¿Podré seguir con mi placidez? No sé cuanto voy a poder aguantar en este estado “búdico”, contemplativo, risueño, como cachorro que después de tomar la teta, regurgita, mira al sol con los ojos entrecerrados y se adormila plácidamente contra la panza materna.
La vida así es fácil, tan fácil como la Rosi -la Rosi es la mina esa de la propaganda a la que el tachero la invita para que sea su primer pasajera de su taxi nuevo y ella sin pensarlo le contesta: ”a las l8 salgo”… (fácil como la tabla del dos, como diría el turco grande).
Pero aunque uno no quiera las malas noticias siguen, ayer me desayuné con la muerte de Rego en mardel, y creo que el país ni se enteró de que aquel gordito bonachón que vivía allá, encerrado y que posiblemente era el mejor concertista de piano que teníamos, ya no lo tenemos, (bueno está la Argerich, pero ella es mas del mundo exterior, y hasta cuando la quisieron joder en el Colón levantó vuelo y mandó a todos a la mierda). Pero Manolo era otra cosa. Un gordito con pinta de almacenero, un “Manolito”, anteojos de vidrio culo de botella y dedos cortos como morcillitas, pero que le alcanzaban para tocarse todas las teclas, una maquinita perfecta, quizás a veces demasiado frío de tan perfecto, si lo comparamos con Gelber, tan pasional, tan olvidadizo de las partituras, a veces una loca del piano, creyendo que no está en el Colón sino con la Mirta… El (Manolito), en cambio apenas si grabó y hacerlo subir a Buenos Aires para tocar era difícil, salvo por los compromisos del quinteto de piano y cuerdas que en su honor se llamaba “Quinteto Rego”. La única vez que estuve en su casa a fines de los setenta, estaba Barenboim que venía de visita y lo quería saludar y con él todavía la desmejorada Jackeline ya muy hecha mierda, tomaban mate, con la pava sobre el piano y tocaban tangos que acompañaba a veces en violín J. J. Castro, el director de la sinfónica. Pero bueno el paisito le hará algún homenaje y pondrán alguna plaquita, (no creo que el homenaje de para nombre de calle, allá son así).
Pero sigamos con el embriague paralizante que produce la buena onda, aunque Kristina no nos diga como piensa gobernar y mucho menos si le va a echar las culpas a la herencia recibida. O si Macri no puede resolver el problema de la seguridad y su policía, (aunque ya nos empiece a cagar a impuestazos, vía el afrancesado). O los Quebrachos y los ex montoneros con Perdía a la cabeza (no la del cana, que rompieron), rompan las bolas por la avenida y protesten contra los otros montoneros, los del gobierno (como titula Ambito). O Nun no sepa que hacer con el Cervantes, y solo salga de vez en cuando para hablar por su consultora oficialista, o de la futura muestra de su mujer. Pero ante tanto peronista incorregible como decía el cieguito, o tanto radical desorientado, o tantísimos zurdos muy solos que no saben de que lado de la división de la división de su grupo quedaron y tratan de hilvanar sus ideas en algún programa de cable, opto en mi nuevo estado de dejar de lado los noticieros de TV y dedicar mi atención a los dibujitos de Canal Networks o del Disney Chanel, ya que en los canales de bichos también hay mucha violencia. Eso sí, trato de encontrar mas programas de cocina como los de Francis y adopto uno muy freack de un tipo con pinta de estar afiliado al gremio de Moyano, pero con voz y modales propios del intérprete de "La cage aux folles", que se hace llamar “el Molderero”, título que tiene serigrafiado hasta en su trasegado culo. También aprovecho las horas libres para seguir viendo capítulos viejos de La Oficina o de Seinfeld, pero creo que ahora en este mi neo-nirvana, no me hacen mella y entiendo menos sus ironías y maldades. Para apoyar mi placidez escucho a Herbie Mann con el trio de Bill Evans tocando Nirvana (¿muy obvio?).
Me gusta mucho un programa que descubrí y que me viene de perillas en este trance. Se llama My name is Earl y trata sobre un personaje y el Karma mal entendido, él (Earl), es un amoral, reo-idiota con un hermano casi mogólico. Todos sus actos son francamente deleznables, sus relaciones políticamente muy incorrectas y siempre con el hermano idiota a cuestas. Gana la lotería pero pierde el billete cuando lo atropella un auto en el festejo por ganar. En el hospital terriblemente drogado, ve un programa de TV donde el invitado habla del karma y como se dará todo lo esperado si se actúa bien. Aun drogado y para recuperar su estabilidad cósmica hace una lista de las cagadas que se ha mandado con diferentes personas, casi trescientas y tratar de pagar su culpa con ellos (de entrada al salir del hospital, el viento le acerca el billete premiado perdido). Entretenida por lo absurdo del planteo, el personaje un actorazo. Estoy ante la disyuntiva de hacer mi lista…
Por el rioba la historia entre la puta y el traba sigue, un tanto mas calma, ahora me los encuentro en el café cuando voy a leer los diarios, y a veces Roberto, (que así se llama el apollerado), tratando de ser amable me pide con un mohín la sección de modas y belleza de la Nación, él lee Clarín y mientras relojea el suplemento, mira al mozo mas joven, moja su vigilante en la taza de café con leche y lo introduce en su boca con la admiración de las damas presentes (la mayoría empleadas de escribanías y registros de la zona) que contienen sus ganas de aplaudir. En tanto que la trola, muy recatada en su vestimenta matinal, sin maquillaje apura a su hijo el Carlitos, para que termine la chocotalada y llevarlo al cole de la parroquia del barrio…Ya todo empieza a funcionar engrasadamente como una maquinaria perfecta, vuelvo al taller, miro la tela en blanco, me tildo y me voy a la cocina a ver una repetición de un programa de Narda en Tunes.
El chino del domerca Ling, no se dio por aludido con el Mishima que le tiré, me lo devolvió diciendo que el es coreano y que no juzga la moral nipona, que en su país son comerciantes pero honestos y que aquí los discriminan hasta por vender pan con bromato o por hacer sociedad con los verduleros bolitas que riegan la verdurita con aguas cloacales y después arremete conque ellos (los corean-boys) son muy machos y trata de contarme en su jeringoza la historia que tuvo con una empleada coreana nueva a espaldas de su mujer que lo tiene cagando… Me aclara por lo del libro, que conmigo todo bien, pero me devuelve dos o tres monedas de un peso al grito de ¡trucho, trucho!, la falta del artículo me hace creer que me endilga a mi el adjetivo.
Trato de poder escribir mas cortos los posts y por su parte M. y A. le echan las culpas de mi estado a las nuevas pastillas de zinc, que me recomendó el Turco escriba (para la memoria y no me acuerdo que otra cosa) y que a él lo ayudarán si llega a ser vice…
Alejandro

22 agosto 2007


TESTIMONIALES
"Tira la buena que vuelve"
(viejo dicho de los "viejos setenta")

Me aburrieron M y A, jeringando con lo de mi mala onda, mi pesimismo al escribir, mi pesimismo hablando, que si soy un amargo pesimista en las sobremesas o un depre pesimista en la vida, etc.
Yo, sigo firme con mi teoría de irme algún día (muy cercano) al sur a una cabaña en solitario. Ayer en la sobremesa veíamos por TV a Francis Malman por el canal "Gourmet" (tan solo, tan cursi el pobre), con tanta producción para esa cocina de resultado minimalista que “enseña”, pero que hecha por este cocinero, un verdadero tipo de linaje que descubre a la vejez la papa (aunque sea la papa andina, chiquita, verde y con gusto a tierra), este parvenu que se asombra con la “entraña”, corte que en su puta vida se hubiera osado comprar al carnicero que lo proveía en el barrio norte, el mismo “carniza” que le guardaba el lomo desgrasado junto al bofe o al hígado para los gatos. El maestro primero la mira en su esplendor cárnico, y después la enhebra en un palito que cuelga entre dos horquetas. Y cuando está hecha se la come entre fetas de las tortas fritas que hizo en una olla de hierro tiznada - sucia - mugrienta, freídas en grasa de pesha de chancho y las corta con ayuda de un cuchillito carroñero para alivianar el esfuerzo de los dientes desgastados por tanto manjar de cocina Bocuse durante su vida anterior. Después de esa cuidada comida donde cocina y fríe todo tipo de nimiedades propias de un changarín del mercado del abasto, con palitos y ollitas sucias acompañado por dos vasitos de vino de una botella que está cubierta por una funda tejida a mano por alguna tía vieja, que no se sabe si usa por recuerdo o porque no logró una bodega que lo esponsoree -que por la calidad de lo cocinado debería ser algún tetra-. Pero lo mejor, el punto máximo del programa es que una vez que termina de cocinar y comer a la intemperie, dopo un fundido aparece bañadito, con los “piolines” que le quedan al viento como propaganda de Sedal, y vestido cajetillamente para hacer juego con la magnífica cabaña patagónica, planos con una impresionante chimenea con leños ardiendo y muy buena música de fondo -brasilera (¿?) bossa nova- escribiendo con su Mont-Blanck y recitando en voz alta y engolada sobre lo que hizo durante el programa como si fuera un poema sin rima. Y lo envidio… Sanamente bah, o no. Estar en esa especie de isla, donde no hay nada, ni vecinos para pedirles un ají o una taza de azúcar, pero donde él puede cocinar con endivias, con alcaparras, con etchalots o champignones de París, o usar una miel de arrope de la otra punta del país sobre la torta frita o un chorrito del balsámico que compro la última vez que fue a Roma y se corriò hasta Modena porque es de rigor hacerlo (si viajas a Italia trae acetto, varón), y con el que rociará la papa que hizo a las brasas de los palitos y que limpió con un borde de la matra que usa sobre el tronco donde se sienta y que abrió con el cuchillito.
Claro, acá hacer esas dos boludeces es fácil, te vas al Carrefour o al Barrio chino y conseguís de todo, pero andá y hacelo en el medio de la patagonia con 30 grados bajo cero, kilómetros a la redonda de nieve y ni un puto almacén de campo con paredes de chapa y un corderito colgado oreándose al sereno (sereno?). Fácil es hacer allá un guiso de capón, cualquiera lo hace o comer un pedazo de chorizo grasoso-rancio con pan viejo reseco, con una copita de ginebra, pero lo otro, lo de él, eso es una gozada como dicen los gallegos. Y ahi me vuelve la buena onda, (la que tira poéticamente el programa) porque aprendo gracias a Francis que un grande sos en esos parajes sin “nada”, lo difícil es no serlo en el paddock de San Isidro. Y para finalizar y dejar tranquilo a Fr. en su “cueva”, entiendo que un gourmand como él amante de la cocina y la buena vida habrá leido a Plutarco y sus disquisiciones sobre la mesa, la de Luculo cuando se retira a su mansión en el monte Pincio. Allí celebra cenas magníficas, en alguno de sus doce comedores, cenas de gran exquisitez y refinamiento. Los ingleses usan la palabra “luxury”, que no tiene nada que ver con nuestra lujuria, sino que deriva de “luculliam” o “lucuniano”, ¿Algún dia usaremos una palabra que derive de Malman, para manifestar admiración por este despojamiento-minimal-linyeril?.
Y siguiendo en esta tribuna que desde ahora será solo de buena onda y mejores intenciones, también me llenó de alegría este fin de semana el ver la concordancia en la elección de las notas de los dos suplementos culturales, una de dos, o pasan acá pocas cosas o ambos tienen una óptica similar para elegir temas. Carlo Ginzburg, Perec, el grupo Oulipo, etc., mucho relleno por el lado de la Nación y no se entiende si mejoró Ñ o el ADN es muy mediocre, -pero no quería hablar mal de nada, ni de nadie, aunque ellos (los de la Nación) hablen mal de Quintín por no entender el último libro de Chitarroni y se monten de las diatribas del blog de Genovesse, el editor y hasta escriban mal el nombre de nuestro gurú psico Tomás Abraham. Y asi en armonía contemplo la vida que es bella, la ciudad que está muy tranquila, sin gente, por el fin de semana largo y el frío es estimulante, cada tanto una llovizna que no llega a malquistarnos con la vida y que junto con alguna helada mañanera pondrán mas pintones los cítricos de San Pedro -ya sé que vos comprás el jugo de naranja en caja pero igual es exprimido de los frutos de la planta, mas conservantes pero eso...)
El tiempo sigue feo, por eso la puta del barrio hace rondas mas cortas, dice que hace rebajas porque con la falta de clientes, la competencia con el traba de la zona, el alquiler del telo que aumentó los precios del spray abundante que debe usar por el viento que la despeina, etc., todo se pone mas competitivo, y que ahora entiende las especulaciones de los 90 sobre libremercadismo, pero que la cosa está difícil y que veremos que pasa con Macri y la nueva moral pro. Lo hablamos en la cola del chino del barrio, pero justo llega el traba, y se miran con odio, el híbrido, con cara de sueño y recién afeitado, igual más positivo que la trota, se nota que sí le pone huevos a la vida y cree que si la cosa sigue bien y no lo molestan como a los del rosedal, a fin del verano se podrá hacer la depilación definitiva, para que no se le noten los canutos de la cara. Trato de presentarlos y de que se lleven bien, después de todo están en el mismo barco. El ponja de la caja los mira extrañado y perturbado, pero si jode mucho, le tiro por debajo de la cortina un video de M. Butterfly, y ya va a ver como hasta J. Irons se calienta con la china-chino, o un libro de Mishima, para que vea lo que son los trolos amarillos aunque lo disfracen con literatura o música.
Pero todo bien, tranquilidad, menos los del piso de arriba, americanos, con los horarios cambiados, y con el acondicionador que jode. Uno ya se acostumbró después de l5 años al zapateo de los gallegos del tugurio de ajoba que suben como un martilleo, y hasta los días de descanso los extraña, pero la vibra de este aparato... y eso que lo escucho en esta mi época de buena onda. Bueno, voy a cortar aquí porque también me dicen que mis posts son muy largos, que cuando llegan al final (y por mi dispersión), no se acuerdan que escribí por el medio y mucho menos al principio. Pero trataré de ponerme en cajas, escribir menos, mas conciso, mas coherente y sobre todo con mas alegría y mas cariño por esta vida que me ha dado tanto. Eso sí, un poco menos que a Luculo.
Alejandro

16 agosto 2007


TESTIMONIALES
TRISTEZAS / MISERIAS / SAUDADES
“La poesía, señoras y señores: esta palabra de infinito, palabra de la muerte vana y de la sola Nada.”, Paul Celan

“Señor, da a cada uno la muerte que le es propia.” - “El libro de las horas” Lumen, Barcelona, 1989, Trad. de Federico Bermudez Cañete, pág. 181.

“La gran muerte que todos llevan en sí, es el fruto / en torno al cual da vueltas todo / Por ella se despiertan las muchachas / y, como un árbol, brotan de un laúd / y ansían los muchachos hacerse hombres / y las mujeres son confidentes de jóvenes, / para miedos que nadie más podría asumir. / Y por ella perdura lo observado / como eterno, aunque hubiera transcurrido hace tiempo; / y todo el que formaba o construía se hizo / mundo por ese fruto, se heló y se desheló / se enroscó en torno de él y lo alumbró.” - R. M. Rilke, "El libro de la pobreza y de la muerte", estrofa final del poema ”Viven allí personas blanquecinas y pálidas”, Libro tercero, pág. 179.

Como decímos en el rioba, la mano viene jodida (esto dicho en versión finoli, porque la rea era “cuando uno anda de culo todas las piedras son pijas”, -viejo dicho calabrés-. No recuerdo bien (por los años, quizá) si eran piedras o adoquines, pero decir ahora adoquines sería "de viejo". Todas las conversas vienen ahora de recuento, recuento de muertos, del estado de los tullidos, los cancerosos, los sidosos, los accidentados de distintas enfermedades locomotrices y muchas que están aquejando al gremio (el de los pintamonas) y uno llega a pensar que será el tufo del óleo, pero más de la mitad de los futuros discapacitados semos adoradores del acrílico… Mucha muerte, mucha desgracia, demasiada elegía… Empezaba yo mi post anterior con una frase del Mendieta y antes de colgarla me enteraba de la muerte de su autor. Me pareció mal sacarla, y me pareció falso agregar algo sobre el asunto, dentro de una nota ploma sobre arte y mercado y donde el tema de la muerte de alguien no le daba materia al resultado… Me pareció también demasiado lamento, mucha elegía -otra vez- para una muerte tan anunciada. Yo también (como tantos) lo conocí a Fontanarrosa en Rosario en los primeros 70, eso sí lo traté poco, pertenecía a un grupo de dibujantes que editaban la revista “La cebra a lunares”, que se presentaba similar a la cordobesa “Hortensia”, donde el negro también aportaba. El humor no era muy distinto, salvo algunos localismos y la jerga. Los rosarinos posiblemente más parecidos a los porteños pero menos acelerados, eso sí un poco más que nosotros los marplas. En el grupo, él tampoco era de los más intelectuales, dibujaba historietas, pero no como el cordobés Crist, además gran pintor, que ahora le heredó algún personaje que seguro cambiará por mejor bebida pero también seguro que odiará, tampoco lo hacía como Amengual, ni mucho menos como el Cacho Méndez. Si escribía, en ese tiempo no lo mostraba, no editaba sus cuentos o poesías como los demás en el “Lacrimal” del terruño, una revista que según los fanfas ribereños estaba a la altura de la “Crisis” porteña que en ese momento era lo máximo. Pero lo que distinguía al Negro era ser profesional, con contratos, con trabajo fijo, uno de los pocos con horarios de trabajo. El resto de los vagos le criticaban a sus espaldas, que si era muy Pratt, que si dibujaba primero en lápiz y repasaba después con tinta y borraba, que si usaba rotring. Era muy meticuloso, me acuerdo que se había comprado un Citroen de los amarillos con techo de lona, lo dejaba a la entrada de su casa en el jardín y todas las noches cuando volvía del café durante una hora lo ponía en marcha, daba vueltas a la manzana y con unas botellas o tachitos aprendía a estacionar. Decían que no lo utilizó durante un tiempo y el yuyal salía por todos los costados del motor. Tampoco se lo veía en nuestras reuniones para ver teatro de títeres (para adultos) o en las inauguraciones de pintura en la vieja Krass donde a veces exponía Carlos Alonso, o en la sala de la Pequeña Muestra a encontrarnos con el maestro Grela que con su raro encanto reunía a la comunidad pictórica y literaria joven o con algún grupo de mamados mirando babosamente las tetas flácidas de la salvaje de Rita, orgullo de los rosarinos en el boliche “Rendez Vous” al costado del río. Por mi parte yo no iba al fotbal con ellos ni al Cairo, así que sólo nos encontrábamos en los famosos asados que por la mishadura imperante casi siempre eran de pescado de río, barreros, por lo común bagres, pero hechos a la manteca negra y limón. Asados que eran multitudinarios y donde se probaban las distintas formas de encender el fuego humillando al rival, pero entre los asistentes y por votación siempre ganaba el “modelo” del pago. Prohibido totalmente el querosén, las briquetas, etc., sólo esa especie de torre que se armaba con maderitas de cajones poniéndolas exagonalmente o algo así, de casi 50 cms de alto, arriba se ponía una bolsa de carbón y un papel retorcido abajo, la llama subía rápidamente y caía la bolsa ya prendida cuando se derrumbaba la pira. Cacho (que era Méndez), trabajaba en el matadero de cerdos al lado del río Paraná y al otro costado estaba Guereño, la fábrica de jabones, ambas tiraban la grasa y los desechos de tripas y sangre al agua, por lo que ahí el pescado -que iba a morfar- se levantaba con palas. Era un tiempo en que las cosas andaban bastante más jodidas que ahora, política y económicamente. Por una amistad que yo tenía con Geno Díaz, un dibujante, escritor, y animador de Tv muy conocido en esos tiempos, personaje único que había sido casi siempre un perdedor, grande, enfermo de los fueyes y que un poco antes de morir escribió unos libros muy buenos, pero sobre todo uno, policial, que se llegó a filmar, se llamaba “Los desangelados”, fue uno de sus pocos éxitos cuando ya no le quedaba casi vida. Andaba muy enfermo pero igual con proyectos, caminaba por la casa con un tubo de oxígeno a cuestas. En ese momento del final, le llegó el último amor. El jovato había tenido su pinta pero ya estaba chacabuco, la mina un hembrón que conducía con él un famoso programa de la tarde. En esa época, estaba por empezar un proyecto editorial nuevo, uno de los tantos como siempre que capotaría, eran las épocas de Humor y de Satiricón y los mejores dibujantes y humoristas estaban ocupados, por su invitación a participar viajamos todos desde Rosario a Bs. As., (yo solamente como nexo, y de paso a visitar galerías y a vender obra) veníamos en tren y era un poco una fiesta entre tanta malaria de dibujantes desocupados, menos el negro que se borró porque no era su caso. La revista se iba a llamar “Media Suela”, y creo que duró uno o dos números. Pero por los problemas políticos ya muy bravos Cacho que era uno de los más comprometidos políticamente, bueno en todo, como dibujante, pintor, gremialista, y humorísta tendría que rajarse del país. Las galerías y algunos marchands porteños donde había mostrado sus dibujos le compraron casi todo por dos mangos, muchos aparecieron años después (les habían cortado la firma J. Mendez y le habían puesto Carlos Alonso, creo que deben ser de los mejores Alonsos que andan en plaza). Había mandado en un auto varias cajas de sus trabajos desde Rosario (los trabajos de esos últimos años) y solo con lo puesto, él la mujer y los chicos salieron para Barcelona, escondidos en el coche de Mauricio Rantz -nuestro marchand-, salieron en barco vía Paraguay. No volvió más, lo mató un cáncer. Del resto del grupo se que uno de los chicos de los Gandolfo, los del Lacrimal, que era dibujante se fue con su mujer al Uruguay, años después ví sus dibujos en Clarín con el nombre de Kern. Al negro lo ví en Mardel, unos años después exponiendo, lo saludé, y le dije que era amigo de Cacho, que nos habíamos conocido en Rosario, preguntándole si sabía algo de él. Me respondió que no lo conocía. Me fui puteando. No entendía nada, creo que tenía que ver conque durante los primeros años ochenta muchos seguían con miedo de que volvieran años bravos y de que los estuvieran vigilando. Algo similar me pasó con León Ferrari, a quien considero un tipo de mierda. Alguién como él que se llenó la boca con sus ideas de librepensador y perseguido, me trató mal en Brasil, (por teléfono) cuando intenté conocerlo, carta de presentación mediante, allá lo putee (por teléfono también). En argentina fue distinto, no le di la mano en una reunión y me retiré y mis amigos que sabían la historia se la relataron con todos los detalles contados por mí tantas veces, entonces mandó una carta a la galería donde yo trabajaba tratando de explicarme que todavía durante las épocas brasileras vivía con temor. Era el año 86, no le creí, sigo pensando lo mismo de él. No sé por qué en estos momentos me vienen estos recuerdos todos juntos. Será por estos días de mierda, (ya lo dije), y ante tanta mierda se vuelven más humanos estos “genios”. Trato de distraerme un poco, aunque no salgo mucho mas que a algún comedero con amigos que llegan del paisito o a los cafés con mis diarios a la mañana temprano. Epocas de saudades, donde me acuerdo de Schelling, diciendo desde el prefacio del libro de George Steiner “Diez (posibles) razones para la tristeza del pensamiento”, dice Schelling, entre otras, que atribuye a la existencia humana una tristeza fundamental, ineludible. Más concretamente, esta tristeza proporciona el oscuro fundamento en el que se apoyan la conciencia y el conocimiento. Lo que es más, este fundamento sombrío debe ser la base de toda percepción, de todo proceso mental. El pensamiento es estrictamente inseparable de una “profunda e indestructible melancolía”… ”En todo pensamiento según S., esta radiación y 'materia oscura' primigenia contiene una tristeza, una pesadumbre (schwermut) que es así mismo creativa. La existencia humana, la vida del intelecto, significa una experiencia de esta melancolía y la capacidad vital de sobreponerse a ella. Hemos sido creados, por así decirlo “entristecidos”… Harto del clima de chatura de los programas de TV que no veo y de los que todos hablan, por suerte queda el laburo, y buscar alguna idea para poder exponer el año que viene. Habrá que trabajar mucho para poder seleccionar despacio. También como forma de alejarme de las ideas de la muerte y del dolor, por suerte todavía no se me caen los pinceles de las manos y si lo hicieran habrá que atárselos con trapos a los muñones como el Aleijadinho o como nuestro Spilimbergo. ¿Trágico no? Bueno uno no puede estar siempre diciendo solo pelotudeces graciosas así que en este momento voto por lo trágico… siguen las noticias tristes Bergman, Antonioni, Serrault, tan de mi juventud. Y leía en un comentario sobre una generación que se nos vá… chicos hace rato que se habían ido, ¡eran tipos de 90 años! había más de dos generaciones de diferencia con Uds. No esperen recambios de ellos, fueron únicos y de su época. Me pongo nervioso, tomo la pastilla (automedicación) con una copita de Reserva San Juan del que uso para cocinar, miro la pantalla de la TV apagada y me voy adormilando mansamente.

“Habla tu también,
habla el último en hablar,
di tu decir.
Habla –
Aunque no separes el Sí del No.
Da a tu palabra tambien el sentido:
dándole la sombra.
Dale bastante sombra,
dale tanta sombra
como alrededor de ti sabes difundida entre
Medianoche Mediodía Medianoche.

M. Blanchot, “La Bestia de Lascaux”, El último en Hablar, Madrid, Tecnos, 1999.
Alejandro