CENTEYA
Una cheno
Me la paso faseando
Enchabonao por tus ojos brujos.
No puedo ni pensar.
¡Qué querés que haga!
Una cheno cualunque
me engrillo bien polenta,
me enruido la sabiola,
pianto de esta podrida
y al carajo con todo.
Lo popular. Julián Centeya
El 26 de julio de 1974, día en que se cumplían 32 años de la muerte de Eva Perón, se nos fue para el barrio de donde no se vuelve "el hombre gris de Buenos Aires", Amleto Vergiatti mas conocido como Julíán Centeya.
Había nacido en Italia, allá por 1910, en el pueblo de Borgotaro, en la provincia de Parma la última ciudad -recordaba él- que se rindió al fascismo...
Se hace hombre y poeta en el Boedo de fines de la década del 20. Un Boedo que enarbolaba una literatura molesta para los escritores bien comidos, para la gente sensata de las cátedras de literatura, los editoriales y los diarios serios. A Julián, como a tantos otros, le salió al cruce la estructura cultural montada por la clase dominante.
Centro Cultural Enrique Santos Discepolo.
Desde la cultura
Como todo gremio o grupo técnico que se precie, el de los ladrones también necesitaba -a fines del siglo XIX y principios del XX- un lenguaje críptico que además de identificarlos entre sí les permitiera despistar a la policía o los incautos a quienes pretendían despojar, y también una jerga para poder comunicarse en la prisión sin ser comprendidos por los guardias. De este modo nacieron términos y giros especializados que dieron origen a lo que dió en llamarse "idioma canero", o sea el habla de los presos, la clave verbal de los "lunfardos", denominación usual de los ladrones para hablar de ellos mismos...
"El tango", Horacio Salas, El lunfardo: un chamuyo misterioso, Planeta, 1997.