VOLVIENDO A LAS ANDADAS
“…La lengua fascista es la lengua xenófoba y discriminatoria, la lengua ejecutora y la lengua del mandato, la lengua de la orden, por lo tanto, de la súplica en el otro, la lengua como orden del sentido y como orden del sentimiento. Qué oponer a la lengua fascista sino la violencia de los lenguajes extralimitados y, simultáneamente, la desorganización de los núcleos sintácticos y semánticos: una lengua que no diga nada. El intento de Lamborghini es generar una lengua corrupta por dislocación de las formas y los paradigmas, una verdadera destrucción ácrata de los significados y los significantes. Ese otro-lenguaje, esa otredad de la lengua que aparece en los Lamborghini, en Perlongher, en Zelarayán, va generando una literatura otra…”
Nicolás Rosa. “La letra argentina”, Crítica 1970-2002
En el último post había estado pesado. Que si Sarduy que si Lezama, que si los barroquitos nuestros eran un poco herederos de Girondo. Que si Perlongher era lo máximo. Y ahí voy donde me encuentro un párrafo donde todos ellos se hermanan: el famoso poema de Néstor: “Plaza Lezama” en el que homenajea a su admirado Lezama pero el cubano, jugando con el nombre de nuestra plaza, a la que le había escrito 70 años antes Oliverio diciendo haber descubierto allí “viejos árboles pederastas, florecidos en rosa té”. Y también mágicamente mezclado en un último recuerdo mi nada querido Sábato que pasa de refilón (solo la sombra de su sombría sombra) por el “Parque Lezama”, el de la calavera, el del incendio y el espíritu de Alejandra, que cantan nuestros modernitos barrocos de los 90 “Los fabulosos Cadillacs” (gracias por todo esto a M. Reynosa) Barrocos, neo, barrosos, putos y chongos en las plazas, poesía, modernitos descafeinados. No tengo medida. Empiezo a recordar, a mezclar las cosas, lo leído, lo vivido, hay momentos que no sé los limites entre realidad y ficción, pero quizás eso sea la literatura y no por que yo sepa escribir, sino porque la memoria falla así: arreglando - emparchando - zurciendo y puenteando. A esta altura creo que con dos partes de ficción y una pìzquita de realidad –como diría algún cocinero de TV- ya se puede escribir una biografía.
Sigo viendo en Gourmet a Francis y descubro que eso es la poesía, cocinar con menos de 25 grados bajo cero, a la intemperie una sopa de zapallo al ajillo con el aceite de oliva que debe cortar con hacha porque se congela mientras lo hecha, y después escribirlo poéticamente, (con la mont-blanc) en la confortable cabaña, recién bañado, al lado del fuego de la gigantesca chimenea y con música de zamba brasilera de fondo.
Es que todo es como se presenta, (la envoltura decían las viejas en mi rioba) y lo principal para que se presente bien es la palabra pero también el gesto y también como se emite, cosa que la semiótica analizará en todos sus detalles. Y no es de ahora, ya los árabes en el 1300 por medio de la fisiognómica hacían estudios similares, los llamaban “firaza”, que es una noción compleja que significaba en general la capacidad de dar el salto de lo conocido a lo desconocido por inferencia (a base de indicios, pistas), como nos cuenta el tano Eco.
Yo haciendo un puro análisis de boliche, miraba la patética foto donde el candidato que siempre se preparó y por eso está al 100%, levanta las manos del turco escriba y del papá de Axel. Están arriba del palco pero el único que tiene aparato de sonido es él, será porque piensa que mejor que ellos no hablen, uno todo un salvavidas de plomo y el otro porque se pierde en su retórica y haría notar las fallas del poseedor del 100%.
Siguiendo con mis divagues, me engancho con el canal que en un mes no veremos mas, y mientras les grito a M. y A., “mirenlon ahora que dentro de un mes ya no estará…” veo y escucho que tiene razón Germán García, que no sólo dice sino que escribe en un pizarrón como si fuera una especie de subtitulado de su discurso inentendible sobre algo que odié a primera escucha, el término: “amor-líquido” y todas las pelotudeces líquidas que lo continuaron. Ya la primera vez que se lo escuché al turco de mardel, como la panacea de todos los males, cuando me lo contaba excitado, pensé en líquido como elemento que se acomodaba tomando la forma del recipiente que lo contuviera. Pero recién Germán explicaba pizarrón mediante, que el autor de la frase es un señor, filosofo, grande, que descubre después de años de repetir teorías aburridas, archiconocidas y sin ninguna originalidad que al adosar el término “líquido”, que sólo significa ¡perecedero!, las hace suyas y a su edad se llena de plata con una sola palabra que no aporta nada. Lo decía en el cierre de las jornadas sobre Lacan y Freud en la universidad, en esa forma de hablar confusa, de términos inteligibles, sobreentendidos, murmullos y susurros, casi un rezo. También hablaba de Lacan algo muy interesante pero no me acuerdo porque me fui quedando dormido, dormido mientras la voz confusa de Germán se transforma en la voz aflautada de Néstor que cansinamente dice:
“enal, echal anal el chal chalina echarpes toallas: jabonoso escamar; pupilas de óleo palpan en la
[viscosidad
de la cerveza, en el sofá:
los cabizbajos merodean el ruir de oro y el más
[pillo
Introduce en su glotis la caña cristalina de la
[transpiración
Nicolás Rosa. “La letra argentina”, Crítica 1970-2002
En el último post había estado pesado. Que si Sarduy que si Lezama, que si los barroquitos nuestros eran un poco herederos de Girondo. Que si Perlongher era lo máximo. Y ahí voy donde me encuentro un párrafo donde todos ellos se hermanan: el famoso poema de Néstor: “Plaza Lezama” en el que homenajea a su admirado Lezama pero el cubano, jugando con el nombre de nuestra plaza, a la que le había escrito 70 años antes Oliverio diciendo haber descubierto allí “viejos árboles pederastas, florecidos en rosa té”. Y también mágicamente mezclado en un último recuerdo mi nada querido Sábato que pasa de refilón (solo la sombra de su sombría sombra) por el “Parque Lezama”, el de la calavera, el del incendio y el espíritu de Alejandra, que cantan nuestros modernitos barrocos de los 90 “Los fabulosos Cadillacs” (gracias por todo esto a M. Reynosa) Barrocos, neo, barrosos, putos y chongos en las plazas, poesía, modernitos descafeinados. No tengo medida. Empiezo a recordar, a mezclar las cosas, lo leído, lo vivido, hay momentos que no sé los limites entre realidad y ficción, pero quizás eso sea la literatura y no por que yo sepa escribir, sino porque la memoria falla así: arreglando - emparchando - zurciendo y puenteando. A esta altura creo que con dos partes de ficción y una pìzquita de realidad –como diría algún cocinero de TV- ya se puede escribir una biografía.
Sigo viendo en Gourmet a Francis y descubro que eso es la poesía, cocinar con menos de 25 grados bajo cero, a la intemperie una sopa de zapallo al ajillo con el aceite de oliva que debe cortar con hacha porque se congela mientras lo hecha, y después escribirlo poéticamente, (con la mont-blanc) en la confortable cabaña, recién bañado, al lado del fuego de la gigantesca chimenea y con música de zamba brasilera de fondo.
Es que todo es como se presenta, (la envoltura decían las viejas en mi rioba) y lo principal para que se presente bien es la palabra pero también el gesto y también como se emite, cosa que la semiótica analizará en todos sus detalles. Y no es de ahora, ya los árabes en el 1300 por medio de la fisiognómica hacían estudios similares, los llamaban “firaza”, que es una noción compleja que significaba en general la capacidad de dar el salto de lo conocido a lo desconocido por inferencia (a base de indicios, pistas), como nos cuenta el tano Eco.
Yo haciendo un puro análisis de boliche, miraba la patética foto donde el candidato que siempre se preparó y por eso está al 100%, levanta las manos del turco escriba y del papá de Axel. Están arriba del palco pero el único que tiene aparato de sonido es él, será porque piensa que mejor que ellos no hablen, uno todo un salvavidas de plomo y el otro porque se pierde en su retórica y haría notar las fallas del poseedor del 100%.
Siguiendo con mis divagues, me engancho con el canal que en un mes no veremos mas, y mientras les grito a M. y A., “mirenlon ahora que dentro de un mes ya no estará…” veo y escucho que tiene razón Germán García, que no sólo dice sino que escribe en un pizarrón como si fuera una especie de subtitulado de su discurso inentendible sobre algo que odié a primera escucha, el término: “amor-líquido” y todas las pelotudeces líquidas que lo continuaron. Ya la primera vez que se lo escuché al turco de mardel, como la panacea de todos los males, cuando me lo contaba excitado, pensé en líquido como elemento que se acomodaba tomando la forma del recipiente que lo contuviera. Pero recién Germán explicaba pizarrón mediante, que el autor de la frase es un señor, filosofo, grande, que descubre después de años de repetir teorías aburridas, archiconocidas y sin ninguna originalidad que al adosar el término “líquido”, que sólo significa ¡perecedero!, las hace suyas y a su edad se llena de plata con una sola palabra que no aporta nada. Lo decía en el cierre de las jornadas sobre Lacan y Freud en la universidad, en esa forma de hablar confusa, de términos inteligibles, sobreentendidos, murmullos y susurros, casi un rezo. También hablaba de Lacan algo muy interesante pero no me acuerdo porque me fui quedando dormido, dormido mientras la voz confusa de Germán se transforma en la voz aflautada de Néstor que cansinamente dice:
“enal, echal anal el chal chalina echarpes toallas: jabonoso escamar; pupilas de óleo palpan en la
[viscosidad
de la cerveza, en el sofá:
los cabizbajos merodean el ruir de oro y el más
[pillo
Introduce en su glotis la caña cristalina de la
[transpiración
(el último fragmento de poema es Vahos, de Parque Lezama, de Perlogher).
Pero juro que este fin de semana me dejo de romper las bolas con la cultura y me voy a bailar a “Pasión Bailable”, que va a estar el Pichi Landi con su cuarteto reeditando el éxito “Cortate el pelo cabezón”…
Alejandro
Alejandro